Brasil, los megaeventos y la paz


Con Dilma Rousseff, Pelé y el cierre musical al ritmo del carnaval, Brasil pareció mostrar su mejor cara en el sorteo del fixture de la Copa del Mundo el viernes pasado. Los ídolos deportivos extrayendo las bolillas ubican al torneo más cerca de su faceta deportiva que de las cuestiones organizativas. El Mundial no se trata ya de cientos de equipos disputando partidos clasificatorios alrededor del mundo. Ya tiene nombres propios, duelos establecidos, fechas y horarios y un solo país como sede.

El sorteo de la Copa del Mundo es el evento elegido por la FIFA para encender la fiebre del máximo torneo del futbol mundial. En Costa do Sauípe, entre bellas modelos, ex futbolistas y longevos directivos, no había lugar para los sobreprecios de los estadios, las obras retrasadas, los reclamos de escuelas con standard FIFA y los desalojos masivos. Los miles de manifestantes que poblaron las calles en junio pasado, durante la Copa de las Confederaciones, no mostraron su cara esta vez.

En la última Conferencia de Play the Game, en noviembre pasado, Walter De Gregorio, director de comunicaciones de la FIFA, reconoció la preocupación del organismo por el Mundial de Brasil. La masividad que adquirieron recientemente los cuestionamientos sociales a los megaeventos y su reflejo en los medios masivos se constituyeron como una de las mayores novedades del deporte moderno. Como pocas veces en su historia moderna, la FIFA debió explicar en el último tiempo por qué un Mundial es bueno para un país, lejos de la visión que presupone que los estados nacionales hacen cola para recibir al máximo torneo del fútbol mundial.

Las últimas informaciones no muestran la mejor cara de los megaeventos. Los Juegos Olímpicos de Sochi, que se disputarán en febrero próximo, fueron catalogados como los más costosos de la historia, con gastos cercanos a los 50 mil millones de dólares, con sobreprecios en las obras, contratos a amigos del poder y pago de coimas. Rusia, que también recibirá el Mundial de 2018, enfrenta denuncias por homofobia. Qatar, sede de la Copa del Mundo de 2022, recibió duros cuestionamientos luego de un informe del periódico inglés The Guardian, que mostraba las extremas condiciones de los trabajadores del emirato, con sueldos bajísimos, derechos cercenados y decenas de muertos recientes.

Hace pocas semanas, los habitantes de Múnich rechazaron por mayoría en un plebiscito la posibilidad de organizar los Juegos Olímpicos de invierno de 2022. La campaña oficial contaba con el apoyo de Franz Beckenbauer, el Bayern Múnich, la multinacional Siemens y al gobierno regional. Quienes sí se pronunciaron a favor de la candidatura de su ciudad fueron los habitantes de Oslo, que en septiembre apoyaron en una votación la postulación de la capital de Noruega.

En Play the Game, Saint-Clair Milesi, el jefe de comunicaciones del Comité Organizador de Brasil 2014, se esforzó por retrucar los distintos cuestionamientos a la organización del Mundial y los excesos en los gastos. Pero recientes informes elevan los costos en construcción o reformas de los 12 estadios mundialistas a 3.400 millones de dólares, más que la suma de los gastos de Alemania y Sudáfrica en los recientes mundiales.

En Costa Do Sauipe, antes del sorteo, Blatter invitó a los fanáticos a rezar para que la organización culmine a tiempo las obras y las manifestaciones permitan el normal desarrollo del Mundial. Resonaban fuerte aun las recientes muertes de dos operarios en el Arena Corinthians de São Paulo, por la caída de una grúa. Antes, se habían registrado dos accidentes fatales relacionados con obras en los estadios de Basilia y Manos, con dos víctimas.

Cuando el sorteo y el fixture intentaban levantar la fiebre mundialista, los violentos incidentes entre los hinchas de Atlético Paranaense y Vasco Da Gama de este fin de semana parecieron volver a la Copa del Mundo a su esfera de conflicto. Los enfrentamientos dejaron al menos cuatro heridos graves. El partido estuvo suspendido durante una hora, pero pese a todo lo sucedido se reanudó.

La violencia en los espectáculos futbolísticos  de Brasil no han sido objeto de cuestionamiento serio para la FIFA. Sin embargo, hasta julio de esta año, Brasil registraba 13 hinchas fallecidos. El año pasado, murieron 23. Faltan poco más de 180 días para que la pelota se eche a rodar. Como afirmó Blatter, será cuestión de rezar para que el Mundial se dispute en paz.

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