La violencia del fútbol argentino en 2011


Los incidentes en el estadio de Vélez tras la muerte de Aramayo
La lista final muestra 4 muertos del fútbol argentino en 2011. Desde 2004, con dos fallecidos, no habían sido tan pocos muertos ligados al fútbol. Pero pese a que los nombres son escasos y disminuyen con respecto a los últimos años, la sensación es la contraria: en el fútbol argentino, la violencia está latente en todo momento y lugar y es una situación cotidiana a la hora de concurrir a un estadio de fútbol.

Los muertosDiego Malcovick (29 años), Ramón Aramayo (40 años), Marcelo Melgar (42 años) y Sebastián Tejada (27 años) son las víctimas fatales del fútbol argentino en 2011, que integran ya la lista de 258 muertos iniciada en 1924.

Malcovick, hincha de Newell´s, recibió en febrero un disparo en la cabeza durante una pelea entre seguidores de su equipo y fanáticos de Rosario Central, un día de semana en un bar de Rosario. Falleció al día siguiente del incidente y se convirtió en la cuarta víctima fatal que pertenecía a la hinchada leprosa en poco más de un año. La barra de Newell´s registró otro episodio violento en junio de 2011, cuando un grupo atacó a otro con armas de fuego poco antes del comienzo de un partido. De milagro no hubo víctimas fatales, aunque el encuentro entre Newell´s y San Lorenzo fue suspendido.

Aramayo, fanático de San Lorenzo, murió en marzo tras ser golpeado por 6 policías ante de ingresar al estadio de Vélez para ver un encuentro de su equipo. El partido finalmente se suspendió en medio de incidentes. Marcelo Melgar, seguidor de Sarmiento de Gualeguaychú, murió tras un enfrentamiento el 12 junio. Un grupo de fanáticos del equipo Unión del Suburbio, de la liga regional, lo agredieron al identificarlo como seguidor del equipo rival. Murió pocas horas después.

Sebastián Tejada, de 27 años, integrante de la barra de Banfield, fue asesinado de un balazo en la cabeza tras el partido entre su equipo y Estudiantes, que debió ser suspendido por incidentes. Cuando Tejada circulaba a bordo de una moto junto a otro hombre ambos fueron sorprendidos por otros dos jóvenes que, tras un breve intercambio de palabras, le dispararon a Tejada en la cabeza y le provocaron la muerte. El partido no había finalizado por disturbios causados por los hinchas de Estudiantes, disconformes porque sus nuevos dirigentes habían decidido no entregar más entradas de favor. 

Violencias cotidianas. Sin embargo, la lista de fallecido no actúa como fiel reflejo de la presencia de la violencia en sus diferentes formas en el mundo del fútbol argentino. Como pocas veces, en estos últimos meses las famosas barras bravas argentinas quedaron expuestas públicamente como grupos mafiosos, envueltos en sus propias disputas internas y externas, saldadas a partir del uso de la fuerza.

La hinchada de River convirtió en realidad las sospechas previas que indicaban que si su equipo descendía de categoría el 26 de junio se producirían serios incidentes en el estadio. Como pocas veces, tras el empate 1 a 1 que selló el pasaje del equipo a la segunda categoría, quedaron expuestas las diferencias entre los grupos de hinchas organizados, que destrozaron las instalaciones del club y se enfrentaron con la policía, y el resto de los simpatizantes, que se marcharon con tristeza por la suerte de su equipo. En el entretiempo del partido, miembros de la hinchada de River junto a dirigentes del club amenazaron al árbitro para que favorezca a su equipo.

Algo similar ocurrió en Independiente, otro de los equipos más importantes de la Argentina. “Ahí están, ahí están... los que les pegan a los hinchas de verdad" cantaron los hinchas en septiembre, en un partido ante San Martín de San Juan, en referencia al núcleo de la hinchada que pocos días antes había golpeado a hinchas que protestaban contra la dirigencia del club y había agredido al entonces entrenador Antonio Mohamed para forzar su salida. Mohamed declararía luego que "los barras bravas son los que mandan en el club".

Hace pocas semanas, dos grupos antagónicos de la hinchada de Boca se enfrentaron públicamente en un partido ante Atlético Rafaela. Ubicados en dos tribunas diferentes, se amenazaron con cánticos durante todo el partido para ganar para ver quién se quedaría con el control de la hinchada a través de la fuerza. Ambos buscan quedarse con los negocios oscuros de reventa de entradas, visitas de turistas y privilegios que otorga la dirigencia a la hinchada oficial del equipo.

La guerra mendocina. A este panorama deberían sumarse los nombres de Abel Dujanoff (16 años), Gastón Cáceres (16 años), Federico Ríos (26 años), Edgardo Amaya (20 años) y Rodrigo Antonio Aldeco (31 años), todos fallecidos por distintos enfrentamientos ocurridos en medio de la guerra de bandas por el control del barrio La Gloria, de Mendoza, que además incluye el control de la hinchada de Godoy Cruz de esa ciudad.

En los últimos años, la familia Aguilera controlaba el barrio y el poder en la barra de Godoy Cruz. Con el líder de la hinchada en prisión por asesinato, distintos grupos de la zona intentaron hacerse con el poder, que incluye negocios como la venta de droga, de autos y autopartes robados y otros delitos. Además de sus negocios en el barrio, La Banda del Expreso, como se hace llamar el grupo que sigue a Godoy Cruz, recauda por el fútbol hasta 80 mil dólares por mes, que se reparten en sus ganancias por la venta de comida en el estadio, la recaudación por el estacionamiento y la reventa de entradas.

En poco más de dos meses hubo más de 20 enfrentamientos armados, con un resultado de más de 20 heridos y cinco muertos. Abel Dujanoff, por ejemplo, falleció pocos minutos antes del comienzo del partido entre Godoy Cruz y San Martín de San Juan, tras quedar en medio de un enfrentamiento con armas de fuego.

Violencia sin fin. Malcovick, Aramayo Marcelo Melgar y Tejada, más los muertos de la guerra en Mendoza, son sólo algunas expresiones de las diferentes violencias presentes en el fútbol argentino. Muchas de ellas, cotidianas, no tienen lugar en esta crónica. Hinchas dirigentes, jugadores y técnicos muchas veces forman parte de ella, por acción, fomento o complicidad, y en otras ocasiones la padecen. Pero siempre la violencia está ahí. Como en el 2010, como en el 2012.

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