Alemanias, Berlines y los modelos del deporte

Una postal de la Alemania unifcada
Berlín es una ciudad que alberga muchas ciudades. Sus calles hoy muestran esa mezcla de tradición, de modernidad, de la Alemania potencia previa a la Segunda Guerra Mundial, de la Alemania vanguardista de corrientes artísticas y la Alemania moderna, potencia económica, política y social de Europa.

La ciudad no parece haber sido destruida en gran parte hace 60 años por los bombardeos contra el Tercer Reich. Pero, a cada paso, alguna marca siempre nos recuerda que aquí, entre 1945 y 1989, convivieron dos ciudades, con diferentes modelos económicos, políticos, sociales, arquitectónicos y hasta deportivos.

Dos caras del deporte. El 3 de octubre se celebra en Alemania el Día de la Unidad Alemana, en conmemoración por el tratado firmado por contrato firmado por los gobiernos de la República Federal y la República Democrática, que aseguró la unión de los dos estados. Como en todas las áreas, la Alemania de hoy incluye dos modelos deportivos diferentes, que convivieron durante la Guerra Fría.

En la República Democrática, organizada bajo el régimen comunista, la práctica deportiva estaba profundamente integrada dentro del sistema político y los deportistas se consideraban fieles representantes del país. Así, la práctica deportiva, y sus éxitos al más alto nivel, era una de las principales fuentes de orgullo en la República Oriental. Del otro lado, la Alemania capitalista no contaba con el deporte como prioridad de estado, pese a lo cual no dejó de obtener triunfos deportivos en las grandes citas.

Es común que al recordar el mundo deportivo de la RDA se privilegie el proceso de doping que se implementó en el país. La necesidad de conseguir éxitos deportivos llevó al estado a implementar una política sistemática donde más de 10 mil atletas fueron víctimas del programa del dopaje. Entrenadores y médicos suministraban anabólicos y estimulantes a los jóvenes deportistas, muchas veces asegurándoles que se trababa de simples vitaminas. “No mataban con pistolas, sino con recetas” declaró Michael Lehner, el abogado de los deportistas afectados, al diario español El País, cuando comenzaron las demandas judiciales en la década del `90.

Heidi o Andreas Krieger
Las sustancias suministradas, como por ejemplo el Turinabol, transformaban la estructura muscular y alteraban las hormonas de los atletas, hasta el punto de llegar a modificar los órganos genitales. El ejemplo más conocido es Heidi Krieger, campeona de Europa de lanzamiento de bala en 1986, que años después cambió de sexo y de nombre por Andreas. Enfermedades como esterilidad, impotencia, cirrosis, insuficiencia cardíaca y cáncer fueron comunes en muchos deportistas. En 1998, tras conocerse gran parte del proceso, se realizaron una serie de juicios que culminaron con la condena a entrenadores, médicos y científicos a penas de prisión condicional.

Los atletas nunca supieron que habían sido parte de un experimento científico, donde su salud era secundaria al objetivo político del comunismo. Pero lo cierto es que conjuntamente al proceso de doping, la RDA llevó a cabo un proyecto deportivo centralizado, que comenzaba en las escuelas, con facilidad de acceso a las instalaciones, a los entrenadores, y disponibilidad de tiempo libre. Los niños que demostraban cualidades deportivas recibían un puesto trabajo en el Estado y se dedicaban a practicar la mayor parte del tiempo.

Lo cierto es que los estimulantes no eran exclusividad de los deportas de Alemania oriental, aunque por su brutalidad y por su envergadura, el doping de la RDA sobresalió en la historia. En un medio donde los medicamentos eran moneda corriente, los que obtuvieron los grandes éxitos fueron los alemanes del este. La batalla política entre el capitalismo y el comunismo se ponía en juego en cada competencia deportiva.

En los Juegos Olímpicos de Múnich `72, la RDA quedó tercera en el medallero y superó a la República Federal, que terminó en cuarto lugar, pese a contar con mayor población y mayores recursos. En Montreal `76, la RDA se ubicó segunda, con 40 medallas de oro. 11 de esas medallas fueron conquistadas en disciplinas de atletismo y otras 11 en natación. La gran mayoría de las medallas quedaron en manos de mujeres.

Sin embargo, la unificación de Alemania no fue sencilla en el aspecto deportivo. Como bien analiza Laura Portal Gordillo, en su trabajo “Consecuencia para el deporte de la caída del Muro de Berlín y su utilización en la clase de Educación física”, los resultados deportivos de la Alemania unida no crecieron con la unión de los dos estados surgidos tras la Guerra Fría. Más bien que la RDA y la Alemania Federal conseguían más éxitos por separado que en conjunto.

Una postal de domingo en Prenzlauer Berg
La nueva Alemania deportiva. Berlín es una y muchas a la vez. La Puerta de Brandeburgo muestra la majestuosidad del Imperio Alemán del siglo XIX. El barrio Prenzlauer Berg, en el este, luce bellos edificios de 4 ò 5 pisos restaurados, plenos de colores, rodeados de arboledas. Cerca de allí, el barrio de Kreuzberg está pleno de inmigrantes, especialmente de Turquía, con chicos que juegan al fútbol en las calles los fines de semana. El boulevard Karl Marx nos traslada imaginariamente a Moscú, con sus anchas avenidas y sus edificios cuadradas, anchos, llenos de ventanas, monótonos. En el oeste, la avenida Kurfürstendamm cuenta con los locales de las principales marcas del mundo, con negocios repletos de clientes.

Antes del comienzo del congreso de Play The Game 2011, el profesor Gunter Gebauer dijo en un seminario organizado por la radio nacional Deutschlandfunk: “El deporte dejó de representar la característica alemana, dejó de tener esa marca. Cambió como cambió la sociedad. El deporte alemán es hoy una mezcla compleja entre las dos Alemanias, entre dos modelos diferentes”. Agregó que no podía hablarse de una marca actual del deporte alemán. Quizás tampoco pueda hablarse de un solo Berlín, porque su mixtura es tan profunda como las marcas de su historia.

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