Mariano Ferreyra

Este fin de semana, Cristian Favale no pudo ver el empate 0 a 0 entre Gimnasia de Jujuy y Defensa y Justicia por la 12ª fecha del torneo Nacional. Favale, conocido como “El Tatuado” o “Harry”, integraba la segunda línea de la barrabrava de Defensa y Justicia que el miércoles pasado, junto a colegas de Lanús, Racing y Banfield, formaron parte del grupo de la Unión Ferroviaria que atacó a trabajadores tercerizados despedidos de la línea Roca que se manifestaban para lograr su reincorporación. En la emboscada, una bala mató a Mariano Ferreyra. Favale, el presunto asesino, hoy está en prisión.

Los trabajadores tercerizados de la línea Roca intentaron cortar las vías en Avellaneda, pero un grupo de la Unión Ferroviaria, gremio que nuclea a los trabajadores de los trenes, se lo impidió. Los manifestantes entonces se retiraron, pero a unas cuadras de allí fueron atacados por la patota de la UF. Allí se defendieron mientras volaban golpes, palos y piedras, hasta que las agrupaciones de izquierda que estaban apoyando el reclamo lograron hacer retroceder a los de la Unión Ferroviaria. Entonces fue cuando dos o tres integrantes de la patota sacaron las armas y dispararon. Además de causar la muerte de Ferreyra, fueron heridos Elsa Rodríguez (quien aún permanece en coma con un balazo en la cabeza), Nelson Aguirre y Ariel Pintos.

Junto con Favale permanece detenido Pablo Díaz, dirigente de la UF, señalado por numerosos testigos como el líder de la patota que atacó a los trabajadores que intentaban cortar las vías del tren. La hipótesis de la investigación es que habría sido además el responsable de reunir al grupo de barrabravas que hicieron de fuerza de choque. En su declaración ante la justicia, Favale acusó por los disparos a un integrante de la barra brava de Racing.

Favale se ubica en un sector de la barra de Defensa y Justicia que lidera Héctor Alarcón, alias “El Vaca”, alineado hoy con la corriente kirchnerista que responde al legislador Carlos Kunkel. Antes del Mundial, estalló una feroz interna por el poder de la barra y por los viajes disponibles para Sudáfrica. En marzo, los bandos que respondían a “El Vaca”, y su rival, apodado “Pata”, se enfrentaron en Florencia Varela y la gresca terminó con la muerte de Marcos Galarza, de 21 años, integrante del grupo del “Pata”.

Más allá de los nombres y los apodos, la muerte de Mariano Ferreyra es una muestra más de la mercantilización de la violencia de las barra bravas argentinas, que desde hace 30 años convirtieron el uso de la fuerza en sus diferentes variantes en un producto de mercado capaz de venderse al mejor postor, como esta vez fue la Unión Ferroviaria. La semana pasada, este modo de actuar dejó una nueva víctima, esta vez muy lejos de los estadios de fútbol. Mariano Ferreyra, de 23 años, era un joven militante del Partido Obrero de Avellaneda. Su nombre no figurará en la lista de víctimas de la violencia en el fútbol argentino. Pero en algún lugar, el mundo futbolístico que participó del nacimiento y desarrollo de las barra bravas podría dejar de mirarse el ombligo.

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