Colores, Estadios y Símbolos

En su libro “Crónicas del Aguante”, el sociólogo Pablo Alabarces sostiene que, en los viejos tiempos del fútbol argentino, los ejes fuertes de la identidad de un equipo eran los colores, el estadio y los jugadores – símbolo. En los últimos años, esos ejes identitarios se están debilitando. Muchos de los escenarios no están en las mejores condiciones, los modelos de camisetas cambian periódicamente según las exigencias de los sponsors y los futbolistas buscan emigrar ante la primera oferta que aparezca por ellos. La discusión sobre estos tres ejes se actualizó recientemente.

Boca firmó un convenio con LG Electronics para que sea el nuevo sponsor en su camiseta. A cambio, los xeneizes recibirán casi 7 millones de dólares por tres temporadas. La polémica se suscitó porque los colores del logo de la empresa coreana de electrodomésticos no son precisamente el azul y el amarillo tradicionales de Boca sino el rojo y el blanco, más propios del rival River. Pese a las quejas de los hinchas para lograr un cambio en el diseño de la camiseta, principalmente en foros de Internet, parece que la indumentaria de Boca incorporará nuevos colores. Una visión romántica podría pensar que se trata de una derrota de la pureza de la divisa ante los millones de las multinacionales. Pero parece que con las tradiciones no se pagan los salarios.

El panorama de los estadios que albergan los partidos de fútbol en la Argentina no es mucho más alentador. Un ejemplo de ello es Independiente. Inició la reforma de su cancha en 2006 con la idea de inaugurar el nuevo escenario en la primera fecha del torneo Clausura recientemente finalizado. Se invertirían 20 millones de dólares. Incluso realizó un fiesta de apertura a fin del año pasado, poco antes de las elecciones a presidente del club, de la que fueron parte 20 mil hinchas rojos. Hubo viejas glorias, artistas y hasta fuegos artificiales. Con las obras retrasadas, el partido ante Vélez por la primera fecha del Clausura 2009 se jugó en cancha de Huracán y no pasó de un 0 a 0. La inversión inicial superó largamente la cifra presupuestada en un comienzo y la inauguración por ahora no tiene fecha.

Boca también tiene problemas de estadio. Los xeneizes entregan poco más de 2000 entradas a los hinchas visitantes y casi no venden tickets para sus hinchas cuando juega de local por falta de espacio. River vio hace poco tiempo cómo la Selección Argentina abandonaba el Monumental para hacer de local en Rosario en el próximo partido de Eliminatorias por el mal estado del campo de juego. El Gigante de Arroyito, el estadio rosarino en cuestión, está siendo refaccionado para albergar el partido entre Argentina y Brasil del próximo 5 de septiembre. Gran parte de su estructura permanecía inalterable desde el Mundial de 1978. Gimnasia (LP) y Estudiantes refaccionan sus escenarios actualmente, intentando reemplazar los viejos tablones por cemento. Mientras tanto, comparten el Estadio Único de La Plata, que aún tiene su techo esperando en la aduana para ser instalado desde hace más de ocho años. Huracán debió jugar en 2007 y 2008 fuera del Tomás A. Ducó porque el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires lo había clausurado. Ejemplos de precariedad sobran.

En el caso de los jugadores – símbolo, tan escasos en los últimos años, hubo un ejemplo que hizo recordar a las viejas épocas. Recientemente, Juan Sebastián Verón renovó su contrato con Estudiantes de La Plata por un 40 % menos de lo que percibía, con el fin de donar esa diferencia de dinero a las inferiores del club platense. Como ya se escribió aquí, Verón representa como pocos en la actualidad al jugador – símbolo de un equipo. Regresó al club que lo vio nacer en 2006, en plenitud, desde el Inter italiano. En su primer campeonato alcanzó el título derrotando en la final del Apertura 2006 a Boca y este año se coronó campeón de la Copa Libertadores. Desde que volvió a La Plata, Estudiantes nunca bajó del séptimo puesto. Acompañó su amor y su compromiso con los colores con la obtención de títulos, la receta ideal para convertirse en ídolo.

En este contexto de derrumbe, dice Alabarces que muchos hinchas se perciben a sí mismos como los custodios de esa identidad que se pierde, como garantes del sentimiento puro exento de beneficios económicos. Los “hinchas militantes” (tal como los definió Eduardo Archetti) no cambian de cuadro como los jugadores, siguen a su equipo a todos lados y cantan sin parar durante los partidos. Intentan ser protagonistas desde afuera de la cancha. Pero adentro, el panorama no da esperanzas de mejoras. El sábado, chicos de 14 años de las inferiores de Boca y River se tranzaron en una feroz pelea porque el árbitro cobró un penal en tiempo adicionado. La gresca involucró a jugadores, padres, entrenadores y asistentes. Todo terminó con cuatro lesionados y siete expulsados Un fútbol amateur, donde no hay televisión en directo ni muchos hinchas en las tribunas, llegó a los medios masivos de la mano de la violencia que se dio en el campo de juego. Con estadios en condiciones precarias, jugadores que emigran y partidos de escaso nivel, lo que parece sobresalir del fútbol argentino es eso, la violencia.

Acá el video de la pelea en Inferiores:

1 comentario:

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