1° de Mayo


El viernes a la noche, el canal oficial del fútbol argentino no mostró partidos de primera división. Apenas si podía verse la repetición de una pelea de boxeo femenino. Esta vez, la Asociación del Fútbol Argentino se decidió homenajear a los mártires de Chicago y así es como no se disputaron encuentros en el Día del Trabajador.
Desde su desarrollo como deporte masivo alrededor del mundo, desde mediados del siglo XIX, el fútbol fue visto más como un momento de ocio para los aficionados que como un trabajo para los futbolistas. Sin embargo, trabajo y fútbol comparten un desarrollo histórico similar, que podría encuadrarse dentro de lo que Norbert Elías denomina proceso de civilización.
Las luchas de la clase obrera permitieron obtener distintos derechos para los trabajadores desde fines del siglo XIX, como la jornada de ocho horas, el descanso dominical y la indemnización por accidente o despido, entre otras. Todas normas que tenían como objetivo darle un marco legal a la actividad laboral.

En la misma época que tiene lugar este proceso, el fútbol inicia una serie de cambios que lo convierten en el deporte número uno a escala planetaria. Se crea un organismo mundial centralizado que regula la actividad futbolística, se crean normas comunes, se instituyen competiciones formales, aparecen los árbitros como entes neutrales que imparten justicia, comienzan a construirse estadios con tribunas que serán ocupadas por los trabajadores en sus ratos de ocio. Este marco de incipiente profesionalización deja atrás cierto costado lúdico del juego, que en sus inicios formaba parte de las fiestas tradicionales de los pueblos ingleses, con reglas que variaban según la zona donde se practicara.

El desarrollo que tiene el fútbol actualmente hace que muchas veces se pierda de vista que el simple juego devino en deporte profesional y los jugadores en deportistas salariados que hacen del fútbol la forma de ganarse la vida. Si bien muchos de los los futbolistas ganan mucho más dinero que la mayoría de los trabajadores de a pie, muchas veces sus derechos se ven avasallados por tener que renunciar a dinero que les corresponde para poder jugar en un equipo o para poder ser trasferido de un club a otro.

En el Día del Trabajador, sin fútbol en la pantalla ni en los estadios, hubiera sido un buen momento para los laburantes poder disfrutar del tiempo libre que les corresponde jugando al fútbol en algún parque de la ciudad. Hubiera sido una buena forma de recuperar el espíritu lúdico que alguna vez envolvía a la pelota, hoy más cerca de la pantalla y de los millones.

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